No hay ningún alimento que por sí solo favorezca la aparición de crisis o evita que sucedan. La dieta de una persona con epilepsia, como la de cualquiera, debe ser variada y equilibrada. A menudo los pacientes creen que tomar alguna bebida estimulante, con cafeína o teína, puede provocar crisis. Raramente esto es así, se recomienda que el consumo de este tipo de bebidas no sea excesivo, pero como ocurre con cualquier individuo.
La dieta cetogénica es otra de las alternativas en el manejo de pacientes con Epilepsias refractarias. Se basa en sustituir los hidratos de carbono (HC) de la dieta por lípidos, que se convierten en el principal aporte energético imitando una situación de ayuno (lo que se conocía desde la época de Hipócrates como un posible remedio para la epilepsia).
La dieta cetogénica es un régimen bajo en HC y proteínas y elevado en grasas. Las proporciones posibles de grasas/ HC+ proteínas son variables, variando desde 2:1 hasta un máximo de 5:1. Se han desarrollado regímenes alternativos a la dieta cetogénica para los casos en los que ésta no es tolerada. Se trata de la dieta modificada de Atkins y el tratamiento con un índice glucémico bajo (LGIT).
La dieta modificada de Atkins está ganando gran popularidad debido a una mayor facilidad en su cumplimiento. Algunas series encuentran una eficacia similar a la dieta cetogénica.
Desarrollada inicialmente por el grupo de la clínica Mayo en la década de los años 20 y posteriormente abandonada durante años, en la actualidad está cobrando de nuevo mayor importancia el tratamiento con dieta cetogénica en las epilepsias refractarias severas de la infancia. La dieta cetogénica fundamentalmente se emplea en niños con epilepsias catastróficas y consiste en una dieta en la que casi se suprimen los hidratos de carbono (HC) a expensas de aumentar las grasas, resultando la proporción de grasas/ HC+proteínas de 3-4/1. La cetosis que se desarrolla consigue un buen control de las crisis en algunos de estos niños.
Aunque habitualmente la dieta cetogénica se introduce cuando existe una falta de respuesta a diversas combinaciones de fármacos antiepilépticos y no existe posibilidad de corrección mediante cirugía de la epilepsia, es el tratamiento de elección de dos síndromes metabólicos, el déficit de la proteína 1 trasportadora de glucosa (GLU-1) y el déficit de piruvato deshidrogenasa. En estos casos debe introducirse de manera precoz dada la excelente respuesta.
Debe ser pautada de forma individualizada y adaptada en lo posible a las características y gustos de cada paciente. Se necesita un control muy riguroso del estado nutricional y metabólico de los pacientes, por lo que, una vez decidida su indicación, debe iniciarse en el medio hospitalario, con el paciente ingresado y supervisada por un equipo de nutricionistas que instruyan al paciente, habitualmente un niño y a sus familiares. La dieta debe suplementarse con calcio y vitamina D y se recomienda asociar también elementos como el magnesio, zinc, selenio y fósforo. Los principales efectos adversos relacionados con la dieta cetogénica son alteraciones metabólicas como la hiperuricemia, hipercolesterolemia, hipocalcemia, hipomagnesemia y acidosis. Los síntomas de tipo gastrointestinal son vómitos, estreñimiento o diarrea y dolor abdominal, que ocurren en un 15-20% de los niños. En un 3-7% de los pacientes pueden provocarse cálculos renales, sobre todo de ácido úrico, que habitualmente no precisan la interrupción de la dieta ni empleo de litotricia.
Todavía no se conocen bien los posibles efectos cardiovasculares de esta dieta hipergrasa a largo plazo.
También existe situaciones, sobre todo las relacionadas con alteraciones del metabolismo o trasporte de ácidos grasos y carnitina, en las que está formalmente contraindicada.
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