Si un paciente toma regularmente su medicación es poco probable que el olvido puntual de una dosis pueda tener repercusiones importantes. Habitualmente, lo que puede suceder, es que si se suman olvidos durante días consecutivos o cercanos, el paciente, especialmente si toma dosis bajas de medicación, pueda acabar teniendo una crisis. Por ello se recomienda que ante olvidos de toma de mediación se intente recuperar especialmente si han sido varias dosis, al menos en parte pero sin juntar nunca más de dos tomas y preferiblemente haciéndolo por la noche para minimizar la sedación y otros posibles efectos secundarios.
Nunca se debe interrumpir bruscamente la toma de mediación por que en estos casos, aunque el paciente lleve un tiempo libre de crisis, existe un alto riesgo de que presente crisis que pueden ser repetidas o incluso desembocar en un estatus epiléptico (crisis ininterrumpidas).
Casi todos los FAE se administran en 2 (desayuno-cena) o tres (desayuno, comida, cena) tomas diarias. Si los horarios de comidas son regulares es la forma más sencilla de tomarlos y de repartir tomas. No es necesarios un horario estricto de cada 8 o cada 12 horas, ya que eso suele interferir bastante la vida normal, obsesiona a los pacientes o sus familiares y no mejora la respuesta al fármaco. Incluso en algunos casos supone despertarse por la noche para “cumplir” el horario, lo cual resulta absurdo sobre todo en una enfermedad en la que la falta de sueño puede favorecer las crisis en algunos pacientes.
En aquellos casos en los que los pacientes tengan un horario laboral cambiante (turnos que se modifican) o se realicen viajes con cambios horarios, es importante que las modificaciones, sin ser obsesivos, sean lo más graduales posibles, incluso hacerse a lo largo de varios días si esposible.
Como ya hemos comentado la suspensión brusca de un antiepiléptico, aunque el paciente lleve tiempo asintomático, puede dar lugar en un número elevado de casos, a que éste presente una crisis epiléptica y lo que es peor, en algunos casos, a que pueda tener un estatus de crisis.
Los cambios de un FAE (por decisión de retirada, por efectos adversos, por falta de eficacia) deben realizarse siempre de manera gradual, para minimizar tanto el riesgo de crisis como los posibles efectos secundarios. Deben hacerse siempre bajo supervisión médica, no hay que asumir que un fármaco no hace falta “porque estamos bien” o que se puede retirar rápidamente sin problemas porque no parece ser eficaz.
Del mismo modo, si hemos abandonado bruscamente un tratamiento no podemos reintroducirlo a las dosis previas en un solo paso, esto nos puede provocar efectos secundarios de importancia.