Como cualquier fármacos empleado para cualquier proceso los FAE también tiene efectos secundarios, en la mayoría de los casos asumibles y modificables según la evolución de cada paciente. Es importante, por ello, un seguimiento más estrecho de los pacientes cunado se inicia el tratamiento farmacológico.
Los FAE actúan sobre el sistema nerviosos central por ello además de actuar sobre neuronas “hiperexcitables” actúan sobre las demás y de ello se derivan sus efectos secundarios más habituales. Además, interaccionan con otros órganos y son posibles manifestaciones hepáticas, renales, hematológicas o cutáneas como las más habituales, habitualmente sin repercusión importante, pero que deben ser vigiladas.
Los efectos secundarios, pueden ser de tipo idiosincrásico, es decir, de respuesta individual e impredecible, como puede ocurrir con reacciones alérgicas, sobre todo cutáneas o de expresión más generalizada (fiebre, adenopatías…).Esto puede suceder con cualquier fármaco y debemos advertir al médico ante cualquier síntoma inesperado. Afortunadamente son los menos frecuentes.
La somnolencia es un dato común a casi todos los FAE, aparece sobre todo en los primeros días-semanas de su administración y habitualmente es un efecto que depende del ajuste de la dosis y al que se acostumbra el paciente. Por el mismo motivo también es habitual que en las primeras fases haya cierta inestabilidad objetiva o subjetiva, mareo o incluso fases de visión doble. Esta última generalmente indica que la dosis del fármaco es elevada para un paciente que la experimente.
La cefalea es un síntoma habitual con muchos fármacos, incluidos los antiepilépticos. Otros síntomas neurológicos menos frecuentes son el temblor, típico cuando se usan dosis altas de ácido valproico. Otros FAE, sin embargo disminuyen el temblor y son un tratamiento habitual del mismo. Los efectos sobre la atención y la capacidad de concentración pueden aparecer con gran parte de los FAE. Menos frecuentes son efectos sobre el ánimo, el carácter y raros aquellos en los que se produzcan cuadros confusionales.
La mayor parte de los efectos aquí comentados se refieren a alteración de los parámetros analíticos sin afectar a la función del órgano. Entre los efectos hematológicos hay que vigilar el recuento leucocitario con FAE como la carbamacepina o las plaquetas con el ácido valproico. Algunos FAE pueden modificar la conducción cardíaca, tal es el caso de fenitoína, carbamacepina, lamotrigina, lacosamida o retigabina, en general sin causar repercusión clínica. La retigabina puede producir dificultad urinaria y topiramato y zonisamida pueden favorecer la litiasis renal.
Casi todos los FAE tienden a favorecer un aumento de peso en mayor o menor medida salvo los casos de topiramato y zonisamida, que pueden producir pérdida de peso.
La osteoporosis es un factor a tener en cuenta sobre todo en pacientes de edad, se ve faorecido por gran número de FAE clásicos, como son la fenitoína, fenobarbital, carbamacepina y valproico. Todavía no se conoce bien el efecto de otros FAE.