El diagnóstico de epilepsia y crisis epilépticas es clínico. Es muy importante lograr un diagnóstico preciso del tipo de crisis que, con la ayuda de estudios complementarios, permitirá determinar el síndrome epiléptico y escoger el mejor tratamiento.
Es fundamental obtener una descripción detallada del episodio mediante anamnesis del paciente y de algún testigo presencial, aún en ausencia de un observador externo se pueden obtener datos útiles. Además es imprescindible la obtención de un historial completo del paciente que incluya antecedentes familiares de epilepsia, historia de daño perinatal, convulsiones febriles, trauma craneal previo con pérdida de conocimiento, infección pasada del SNC o cualquier enfermedad neurológica o sistémica concomitante. También el consumo de alcohol y otros tóxicos así como medicamentos de consumo reciente o actual, especialmente psicotropos como benzodiacepinas y antidepresivos.
Los datos fundamentales que deben recabarse son: la existencia de pródromos (ya sea un aura definida o más inespecíficos), si existió pérdida de conocimiento y si fue completa o desconexión parcial (preguntar por caídas o por golpes o si el paciente tiene amnesia del episodio, eso sugiere que ha habido desconexión del medio). La duración breve (1-2 minutos) es más propia de crisis epilépticas.
La presencia de movimientos anómalos, su tipo y secuencia de aparición (versión cefálica, automatismos orales o de extremidades, rigidez, clonías, mioclonías) y si estos se inician focalmente o son generalizados.
La situación desencadenante (durante el sueño, al despertar, si hubo privación de sueño o consumo de alcohol, drogas o psicofármacos) y el nivel de alerta tras el evento (somnolencia o pérdida temporal del lenguaje o alteración en la movilidad o sensibilidad de un miembro que irían a favor de estado postcrítico). En general, datos como la descripción de un aura o sensación estereotipada que se repite antes de los episodios o un déficit postcrítico (fenómeno de Todd) son altamente sugerentes de una crisis focal o focal secundariamente generalizada. El aura tiene gran valor en el diagnóstico de crisis focales. No confundir la pérdida del control de esfínteres en un paciente que ha tenido “sacudidas” y pérdida de concimiento con un diagnóstico necesario de crisis epiléptica. En ocasiones los síncopes pueden cursar con síntomas parecidos.
Debemos también interrogar sobre episodios previos similares o por cuadros de desconexión del medio, auras o movimientos involuntarios (mioclonías, clonías). No es infrecuente que en una supuesta primera crisis tónico-clónica descubramos que hubo eventos previos como ausencias breves, mioclonías o clonías focales que han pasado inadvertidos o por los que el paciente no ha consultado y que constituían manifestaciones previas más leves de un síndrome epiléptico (esto sucede con relativa frecuencia en algunas epilepsia generalizadas como la epilepsia de ausencias infantil o juvenil y la epilepsia mioclónica juvenil)